¿Qué es lo que simboliza una muralla?
Uno de los lugares más famosos de nuestro mundo, la muralla
de Berlín, construida en 1961, es el símbolo más importante de la división
anterior de Alemania. Hoy ya esa muralla no existe. No obstante lo que queremos
significar es el sentido de la muralla. Ya que si bien la muralla de Berlín
tenía como propósito dividir, lo que es
normal es que una muralla simbolice la fortaleza y la protección. En las
ciudades antiguas el único medio verdadero de defensa eran las murallas.
¿Qué quiere decir, entonces, reconstruir las murallas de
nuestra vida?
Nehemías es el relato de la reconstrucción de las murallas
de Jerusalén y a su vez Jerusalén es un símbolo de la ciudad de Dios, el lugar
donde él habita y el centro de la vida para el mundo. Por lo tanto, en la vida
de la persona, la reconstrucción de las murallas sería una imagen del
restablecimiento de la fortaleza en esa vida. Todos hemos conocido a personas
cuyas defensas se han desmoronado. Se han convertido en personas sin esperanza
y completamente impotentes, pero con frecuencia Dios, en su gracia e inmenso
amor, extiende su mano y toca las vidas de algunas de estas personas y las
acerca con el fin de reconstruir las
murallas.
Cuando esa muralla es reconstruida en la familia comenzamos a hablar de una familia
sana.
¿Qué es lo que una familia debe tener para crecer sana?
Todos recibimos una visión distinta de lo que es una familia
de acuerdo a lo que hayamos vivido en nuestras propias familias. Esto indica
que para alguna familia lo normal sea pelearse todo el tiempo y para otra lo
normal sea evitar el conflicto. Lo normal puede ser confiar en los otros o lo
normal puede ser desconfiar, cuando lo que me transmiten es desesperanza estaré
esperando recibir lo peor y no lo mejor.
Hay varios pasos que tienen que ser llevados a cabo y son
los pasos que diò Nehemías. Esto se trata de un proceso que se inicia con la
preocupación y duelo por las ruinas de esas murallas que se han desmoronado, a
esto le sigue la confesión y aceptación de los errores, ya que en toda
situación de ruina, sabemos que algo no estuvo bien, en tercer lugar está la
entrega al proyecto de reconstrucción y
la entrega a Dios de aquello que no podrá hacer con sus propias fuerzas,
cuarto: valentía al llevar a cabo el plan de reconstrucción, y por último la
inspección minuciosa de lo que estaba dañado para saber por donde comenzar y
cuales eran las necesidades.
El primer paso en este proceso aparece en Nehemías1,
versículo 4, que comienza con el interés por las ruinas. Nehemías dice:
"Cuando escuché estas palabras, me senté, lloré e hice duelo por algunos
días. Ayuné y oré delante del Dios de los cielos”. No lograremos nunca construir las murallas de
nuestras vidas sin antes tener una genuina preocupación por las ruinas.
¿Alguna vez hemos mirado con detenimiento las ruinas de
nuestras propias vidas?
¿Hemos examinado las posibilidades que Dios nos ha concedido
en nuestras vidas y nos hemos dado cuenta de lo mucho que nos hemos desviado de
ese potencial?
Dios al igual que a Nehemías nos advierte acerca de la
desolación y la ruina que existe.
Cuando Nehemías escucha este informe acerca de Jerusalén,
llora y ora durante días enteros, mostrando su profunda preocupación.
Las murallas de nuestras vidas no serán reconstruidas hasta
no haber llorado primero por las ruinas.
Cuando lloramos tenemos la posibilidad de extraer de nuestro
interior la tristeza, la angustia, el dolor por lo perdido, y esas lágrimas son
realmente para sanidad, sanan nuestra alma y nos abren el panorama para la
reconstrucción.
La elaboración de los sucesos ocurridos comienza con las
lágrimas, y luego la sanidad de las heridas, el perdón, y la construcción de nuevos y sanos patrones
de conducta y de vida irán levantando murallas
que nos mantendrán a salvo.
En ese tiempo de duelo, el cual es la reacción normal
después de una pérdida y el cual supone un proceso más o menos largo y doloroso
de adaptación a la nueva situación, habrá una elaboración la que significa
ponerse en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida, valorar su
importancia y soportar el sufrimiento y la frustración. Se irán asimilando las
situaciones vividas, las emociones, la voluntad quebrada y las heridas
recibidas, donde podremos advertir la sabiduría, en el tiempo de Dios quién es
redentor y es luz para nuestras almas.
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